Humberto Jaimes Quero
SUMARIO
En el primer cuarto del siglo XXI, la sociedad venezolana experimentó una constante tensión política, social y económica, animada por campañas que pretendieron sumar adhesiones, destruir disidencias, ocultar la compleja realidad social y confundir a la población. Las elecciones presidenciales de 2024 abrieron la posibilidad de superar este panorama y avanzar en la reinstitucionalización de la vida nacional, es decir: dejar atrás el uso del Estado para imponer una hegemonía en las comunicaciones y modelar la lectura de la realidad en función de los intereses de una parcialidad política.
Los comicios presidenciales del 28 de julio plantearon dos escenarios en el ejercicio del poder político en Venezuela: la continuidad, y el cambio. El primero de ellos significaba la perpetuación de la parcialización ideológica del aparato estatal y su conocido arsenal de propaganda; el segundo planteaba una modificación de este panorama, la búsqueda de la reinstitucionalización de la vida nacional, es decir: dejar atrás el uso del Estado para imponer una hegemonía en las comunicaciones y modelar la lectura de la realidad en función de los intereses de una parcialidad política.
Este desafío es la secuela de una sufrida historia que comenzó hace un cuarto de siglo, con la llegada de Hugo Chávez al poder (1999); una compleja etapa que la mayoría de los venezolanos pretendió resolver el 28 de julio pasado, agotada por la artillería de promesas, ataques, insultos, y una existencia cotidiana endurecida por índices de inflación, desempleo y hambre, propios de un país que atraviesa una emergencia humanitaria.
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