Rodolfo Izaguirre
El autor se pregunta acerca de cuál debe ser el compromiso social del artista en el tiempo que vive Venezuela o cuál debe ser el compromiso del artista-intelectual en este siglo XXI. Citando algunos autores acerca de la ética y la responsabilidad afirma que todos somos responsables de nuestras relaciones con el poder político porque no es fácil escapar de la política y nunca, como en la discutible hora bolivariana, la política ha estado tan vinculada a nuestra vida.
Puede estremecerse el mundo; puede más furioso que nunca estrellarse el mar contra los arrecifes y el viento huracanado arrancar de raíz el árbol mas corpulento, pero el artista plástico, el escritor o el músico jamás abandonarán el color que tanto busca, la palabra justa y precisa que tarda en encontrar, o el acorde ausente de la partitura, porque saben que son elementos sagrados que persisten integrados a su propia vida. Los colores de los mosaicos en la casa de la abuela, las historias de gente muerta contadas por la antigua criada que lava la ropa con el cigarrillo encendido dentro de la boca o el trino de algún pájaro en la mata de mango pudieron ser el dispositivo secreto que dio vida al gusano del arte. Saben también que en la otra acera de su yo existe un país que los vio nacer, unos seres que crecieron con ellos y una verde e interminable pradera cultural que los reúne y les permite considerar que existe también un organismo político que los gobierna, pero no siempre con nobleza y sana justicia porque a veces se hunde en las tinieblas de la autocracia y en el pantano del pensamiento único.
Los artistas somos sujetos que solo por estar vinculados al arte creemos tener una señal distintiva en la frente, pero pertenecemos por igual a la sociedad en la que vivimos. Deseamos tener una casa propia, vestir a nuestros hijos, alimentarnos y ser felices.
Todos somos responsables de nuestras relaciones con el poder político porque no es fácil escapar de la política y nunca como en la discutible hora bolivariana la política ha estado tan vinculada a nuestra vida. Estamos sumergidos en ella, invadidos por ella, pero al artista no le complace para nada que la política, cualquiera que sea la naturaleza de su ideología, invada o contamine su obra porque si consiente en ello la daña y la oscurece. Pero también somos intelectuales y nuestra relación o comportamiento con la política es más manejable. [Continúa leyendo…]
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