Cardenal Baltazar Porras Cardozo
¿Cuántas revistas, de cualquier especialidad, han llegado a medio siglo ininterrumpido de vida? En Venezuela es algo digno del mayor reconocimiento. Cuántos nombres pasan por la memoria de excelentes publicaciones que por diversos motivos dejaron de existir. Cuando no hay una institución que le confiera identidad y, detrás de ella, un grupo de hombres tenaces, es muy probable que pasen al olvido y queden como preciosas grafías para el recuerdo de melancólicos curiosos que indagan en el pasado las razones de tan prematura existencia.
Pues bien, la Compañía de Jesús puede darse el lujo entre nosotros de haber mantenido, contra viento y marea, algo que parece imposible. Una revista especializada en ese piélago inmenso del arte de comunicar que, además, ha sufrido, o mejor, está constantemente en cambio, con nuevas exigencias tecnológicas, culturales, económicas, y donde pululan diversidad de opiniones contrarias, es casi una proeza que llegue al medio siglo de existencia. La revista Comunicación que nació en formato pequeño, con páginas en caracteres tipográficos más parecidos a aquellos surgidos de las máquinas de escribir, ha ido creciendo en tamaño, pero sobre todo en amplitud de miras, dando cabida a todo tipo de pensamiento, para el discernimiento certero guiado por el pensamiento jesuítico que sabe urdir en terrenos movedizos. Entre los que pusieron los primeros cimientos quedan vivos y activos el P. Jesús María “Chema” Aguirre s.j., Marcelino Bisbal y César Miguel Rondón.
Siento con orgullo tener en mi haber y encuadernados casi todos los números de la revista pues me fascinó desde sus inicios tener una guía especializada para quienes somos legos en ese campo. La gran virtud de esta publicación, a mi modesto parecer, hay que buscarlo en el talante de sus ensayos. No busca convencer sino ofrecer elementos para el discernimiento personal y comunitario en un campo tan cambiante y sorprendente en el que no valen dogmas preconcebidos, sino el servicio a una sociedad ávida de libertad y progreso integrales; una publicación en la que siempre han estado presentes los ambientes populares de la realidad venezolana y más allá de nuestras fronteras. Ahí veo el sello humano y cristiano de la revista.
Como señala Jesús María Aguirre:
Son pocos años para lo que hoy, aquí y ahora, significa el desarrollo vertiginoso de las comunicaciones, la cultura que emerge desde ellas, los procesos de hibridaciones que se producen y se profundizan y las reapropiaciones que el sujeto social hace. Porque en los tiempos que corren, desde hace ya un buen rato, las comunicaciones-cultura se han vuelto cruciales para imaginar y pensar el tejido social.
La revista se define a sí misma:
[…] como observatorio-registro, se aprecia y se hace presente en los 209 números que se han publicado, en las 25 mil 162 páginas, en los 2 mil 178 artículos-ensayos con la mediación de los 2 mil 812 colaboradores que van desde periodistas, políticos, escritores, organizaciones sociales, investigadores del hecho comunicacional y cultural, gestores culturales y artistas.
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