Margot Benacerraf fallece a los 98 años de edad. Cineasta, documentalista, fotógrafa y promotora cultural venezolana. Se le conoce por su estupendo documental Araya, estrenado en 1959. El articulista nos hace una semblanza, más bien personal, pues se conocieron cuando él fue director de la Cinemateca Nacional, institución que fue fundada por la cineasta.
La señorita Benacerraf sin la menor duda hizo la película mayor, tutelar, clásica, insuperada del cine venezolano y que ha sido reconocida entre las grandes realizaciones fílmicas latinoamericanas de cualquier tiempo. Y sigue hoy tan viva, tan extraordinariamente bella, como hace más de medio siglo cuando la forjó una joven cineasta hasta entonces casi debutante, y en Venezuela no había habido sino unos cuantos quijotes que habían hecho algunas películas de ficción sueltas y sin demasiada prestancia, en parte perdidas. Es de asombrarse tan solo por eso, por una imprevista y gran obra –no solo del cine, de la cultura nacional más perenne– que fue reconocida planetariamente, para empezar con uno de los grandes premios del Festival de Cannes, antes y ahora uno de los altares consagratorios del cine. Pero creo que he escrito mucho y hablado mucho sobre esa obra –Margot yo recorrimos media Venezuela y algunos países presentándola, hace ya unas tres décadas, cuando yo dirigía la Cinemateca Nacional y ella era mi ilustre asesora y carta de presentación para aprovechar estas líneas en otros ámbitos de su personalidad y mi afecto por ella.
El resto de su larga vida la dedicó a promover el cine como nadie en Venezuela. Para empezar fundó la Cinemateca Nacional, utilizando básicamente sus contactos con la gran cinemateca de la hora, la francesa.
A esa admirable película hay que agregar un mediometraje documental, Reverón, de valores y testimonios muy ciertos y logrados, su primera
producción. [Continua leyendo…]