Todo está yendo muy rápido. Ninguna pandemia fue nunca tan fulminante y de tal magnitud. Surgido hace apenas cien días en una lejana ciudad desconocida, un virus ha recorrido ya todo el planeta, y ha obligado a encerrarse en sus hogares a miles de millones de personas. Algo solo imaginable en las ficciones post-apocalípticas…
A estas alturas, ya nadie ignora que la pandemia no es solo una crisis sanitaria. Es lo que las ciencias sociales califican de “hecho social total”, en el sentido de que convulsiona el conjunto de las relaciones sociales, y conmociona a la totalidad de los actores, de las instituciones y de los valores.
La humanidad está viviendo –con miedo, sufrimiento y perplejidad– una experiencia inaugural. Verificando concretamente que aquella teoría del “fin de la historia” es una falacia… Descubriendo que la historia, en realidad, es impredecible. Nos hallamos ante una situación enigmática. Sin precedentes (1). Nadie sabe interpretar y clarificar este extraño momento de tanta opacidad, cuando nuestras sociedades siguen temblando sobre sus bases como sacudidas por un cataclismo cósmico. Y no existen señales que nos ayuden a orientarnos… Un mundo se derrumba. Cuando todo termine la vida ya no será igual.
El Observatorio Venezolano de Fake News da seguimiento, acopia y sistematiza los bulos que detecta y desmiente con un equipo de periodistas en todo el país. El artículo que se presenta da cuenta de las características de las informaciones falseadas que sobre la pandemia han circulado en el país. El OVFN caracteriza las temáticas, actores, propósitos y tipos de emisores de los bulos, así como las redes y el ámbito en el que preferentemente han circulado. Los primeros los detectamos y desmentimos antes de finalizar el mes de enero y durante las primeras semanas de la cuarentena iniciada en todo el país el 17 de marzo. Los asociados a la pandemia fueron mucho más numerosos que las restantes once temáticas en las que el OVFN clasifica los bulos. Al inicio del mes de junio disminuyen de forma significativa frente a las temáticas asociadas con servicios públicos. A tres meses de la cuarentena, el OVFN presenta una síntesis del seguimiento realizado a la infodemia.
El coronavirus está impulsando la digitalización. El Sur global corre el riesgo de convertirse en el perdedor de este proceso. Los países desarrollados tienen parte de la responsabilidad.
La crisis actual no reconoce demasiados ganadores, pero hay algunos beneficiarios. Es probable que la digitalización esté entre los beneficiados por la pandemia. Debido a las interrupciones actuales en las cadenas de valor “analógicas”, las empresas multinacionales esperan un nuevo crecimiento en el comercio digital. La mayor digitalización de las cadenas mundiales de suministro podría convertir el comercio electrónico en la norma, tal como opina, por ejemplo, la empresa de software Route4Me?
Incluso antes del brote de COVID-19 se cifraban grandes esperanzas para el Sur global fundadas en el comercio y la economía digitales. La creación de nuevos mercados digitales está asociada a altas tasas de crecimiento y trae un mayor bienestar, afirman unánimemente las compañías tecnológicas y los actores claves en la cooperación para el desarrollo.
Desde su aparición a mediados de la década de 1990, el comercio digital se desarrolló de manera más dinámica e innovadora que el comercio tradicional. Las tasas de crecimiento del comercio electrónico son significativamente más altas que las del comercio analógico. Mientras que el comercio mundial está creciendo actualmente menos de 3 % anual, las tasas de crecimiento en el comercio electrónico son de dos dígitos. Según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad, por sus siglas en inglés), el comercio online mueve por sí solo cada año 29 mil millones de dólares en todo el mundo.
El ensayo nos plantea la idea de que el mundo, el planeta todo, está envuelto en una crisis global producto de la pandemia desencadenada por el COVID-19. Ante este hecho, más que palpable en estos ya casi cuatro meses, el autor nos dice que estamos, como nunca antes en la historia, enteramente, a la merced de los efectos del rumor, fruto de la multiplicación de opiniones espontáneas e infundadas, a través de las frecuentemente infaustas redes sociales. Nadie, en verdad, parece hablar con autoridad en este mundo.
Escribo estas líneas en medio de un pánico global causado por la rápida expansión de un nuevo virus capaz de inducir complicaciones respiratorias graves, especialmente en personas mayores, o en aquellas comprometidas en su sistema inmunitario. Mientras escribo, ese virus, que se reproduce con la eficacia del mundo globalizado, ha causado muchas muertes, y decenas de miles de personas están actualmente infectadas. Bajo su efecto diseminante la vida cotidiana, y la libertad de movimiento de las personas están siendo afectadas a una escala sin precedentes. Al pánico se unen decisiones voluntaristas, unilaterales, inconsultas, mandatos de diverso orden cuyas justificaciones aparecen, con frecuencia, insatisfactorias.
El artículo, desde una óptica muy personal y oscilando entre el pesimismo y la desesperanza, se pregunta varias veces: ¿hacia dónde vamos? Nos dice que es difícil responder esa interrogante desde el tablero de la sociedad, los gobiernos, las comunicaciones y las redes sociales. Pero habrá cambios y de eso nadie duda. Esos cambios serán del orden comunicativo-cultural.
Día 14 de confinamiento. Me levanto. Me lavo las manos; canto Cumpleaños Feliz (hay que cantarlo dos veces mientras te lavas las manos) jabón en la palma, frotar; palma contra dorso, frotar; falange contra falange; puntas contra manos, frotar; cierro el grifo con el codo.
Afuera en la calle el mundo se ha detenido, no hay coches, se oyen sirenas de ambulancias, hay tres o cuatro caminantes, uno está a punto de cruzarse con otro y se baja a la calzada; se saludan levantando la mano; hace diez años comentaba en una nota al margen la evolución de los saludos[i]; hoy habría que modificarla. Hoy no nos tocamos[ii]. Silencio, se oyen los pájaros… realmente la Naturaleza es sabia, no necesita de nosotros. Madrid parece una película de ciencia-ficción pero no, la pandemia ha conseguido que sea una ciudad muerta.
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