Cuando D. W. Griffith enfrentó críticas de sus productores por el uso de primeros planos en sus películas, respondió: «Los museos están llenos de obras maestras con grandes y bellos rostros. Si el rostro expresa lo que yo quiero, el público se olvidará de las piernas, brazos, hígados y pulmones». El director de El nacimiento de una nación e Intolerancia nos invita a una experiencia visceral con el cine donde los rostros de la versión original de la película cobran vida en nuestra imaginación.
A Jesús María Aguirre
Mis recuerdos de película
Bergman: Nuestro trabajo empieza con el
rostro humano. La posibilidad de acercarse al
rostro humano es la originalidad primera y la
cualidad distintiva del cine
Cuando me aparto de mi rutina diaria, hago mías las alegrías y temores de los personajes de mis películas favoritas, alcanzando un estado que se asemeja a mi vida onírica. Incluso, suelo proyectar mis deseos y obsesiones cuando el cine se transforma en una suerte de
espejo que refleja mi mundo interior.
A medida que continúo viendo películas, voy construyendo un acervo personal de referencias cinematográficas, un «almacén mental de películas» que enriquece mi relación con el séptimo arte y me permite comprenderme mejor.
Recordar “de película” es descubrir aspectos de mí mismo que me interpelan y que por su potencia emocional trato de evitarlos de manera infructuosa. Nada desaparece del todo; lo reprimido o lo que permanece en estado de contención siempre encuentra una manera de aflorar. Ya sea mediante sueños inquietantes, tensiones internas, actos fallidos o conflictos culturales y morales.
El cine nos recuerda que no estamos en este mundo únicamente para ser protagonistas en el “escenario de la vida”, sino también para reflexionar sobre si nuestro camino es el más apropiado. En esta orientación, comparto mi visión personal sobre los rostros en el cine. Hilvano un elenco de recuerdos azarosos sobre el hombre imaginario que llevo en mí.
Quiero destacar que este trabajo rinde homenaje al libro El cine o el hombre imaginario de Edgar Morin, adoptando su título como reconocimiento a su análisis antropológico sobre fenómenos clave como la identificación psicológica del espectador con los personajes, la fotogenia (cualidad mágica de las imágenes fílmicas) y la metamorfosis del cinematógrafo en cine (dispositivo mecánico original de los hermanos Lumière que no tardó en convertirse en un poderoso medio de expresión cultural, artístico e ideológico). [Continúa leyendo…].
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