El texto aborda la relación de las mujeres y el cine en nuestro país. Nos dice la autora que esa relación es un binomio de memoria e identidad. Nos ofrece un listado de películas realizadas por mujeres venezolanas que con tesón, creatividad y, sobre todo, con pasión hicieron lo que hicieron dentro de nuestra historia cinematográfica. La articulista nos dice, a manera de conclusión “… que al día de hoy siguen apareciendo espacios de formación auspiciados por realizadoras, investigadoras y docentes que continúan sumando esfuerzos para contar historias en la gran pantalla”
A pocos días de celebrarse la vigésima edición del Festival de Cine Venezolano, Lorena Alvarado, una joven cineasta venezolana, presentó en la sección First film del 35° Festival Internacional de Cine de Marsella su largometraje Los capítulos perdidos, en el cual narra su retorno al país para encontrarse a su abuela perdiendo la memoria y a su padre, el librero y fundador del Museo del Libro Venezolano, Ignacio Alvarado, buscando libros raros. La búsqueda de un lenguaje a través de la imagen es uno de los elementos que cautivó al cineasta Edgar Rocca, que la describió como “… una película sin pretensiones, íntima pero certera en su propósito de contar esa historia y no otra.” La naciente carrera de Alvarado sirve de insumo y suma preguntas para reflexionar en torno a las contribuciones de las mujeres al cine venezolano. No solo desde hace algunas décadas, sino también desde las pioneras.
La relación de las mujeres y el cine tiene cuantiosas aristas que estas páginas no intentan abordar. En esencia, es un binomio hecho de memoria e identidad. Algunas veces colectiva, otras tantas individual. Es un legado que han labrado muchas, con su trabajo, su constancia y pasión por lo que hacen, porque el cine tiene eso. Se debe admitir. Cautiva y mueve sin más razones que las que el simple gusto puede dar. Entre tantos oficios y profesiones, ¿por qué hacer cine? ¿quién podría decir que solo las realizadoras han escrito sus nombres en las páginas del cine venezolano?.
En consenso, los inicios de esta impronta se han señalado a partir del estreno de Reverón (1952) y Araya (1958) de Margot Benacerraf. Obras icónicas en la cinematografía venezolana por su calidad técnica y, en el caso de la segunda, su reconocimiento internacional en el Festival de Cannes en 1959.
DE GUY A GRIFELL: PRIMEROS FILMES PARA LA HISTORIA
Desde sus inicios en 1895, el cine no ha sido labor de un solo individuo. Su concepción como arte ha cimentado sus bases en la sinergia creativa y experticia técnica de un grupo, bajo el liderazgo de un director. Los precursores del cine son numerosos y no se restringe a un área o a un género. Como reconocería el investigador Jacobo Brender, estos aportes se pueden medir en conocimientos técnicos, sapiencia y, a veces, en genialidad. Entonces, en un mundo que ya había empezado a cambiar para finales del siglo XIX, ¿cómo podría la mujer no ser partícipe de esta nueva forma de expresión? A fin de cuentas, la posibilidad de contar historias había encontrado una aliada seductora: la imagen en movimiento.
La francesa Alice Guy fue la primera mujer, según la historiografía, en llevarse el mérito de haber filmado en 1886 su ópera prima, La fée aux choux (El hada de las coles). Un filme célebre por abrir, simbólicamente, la puerta a muchas otras féminas en la industria cinematográfica que estaba por nacer. Visto así, no es descabellado enmarcar este proceso como parte de uno más complejo: la incorporación de la mujer al mercado laboral. [Continua leyendo…]
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