Erly J. Ruiz
SUMARIO
La red 3.0 proporciona una oportunidad ideal para la investigación en torno a la expresión del mundo de la vida cotidiana tanto por su interconexión inherente como por su forma de foro contemporáneo. La popularización del podcast surge como una manifestación representativa de la producción constante de la sociedad civil así como fuente epistemológica legítima de muchos internautas. El siguiente artículo propone una lectura crítica al podcast El cuartico con la mirada en la comprensión de la compleja relación humor e información política. Se inicia con una lectura introductoria a la expansión productiva en la comunicación contemporánea. A continuación se explora brevemente la compleja relación entre el humor y la política y cómo el primero ha gozado de una licencia para la satirización del último. Finalmente, por su naturaleza práctica se aborda críticamente el episodio número 32 titulado “¿Necesitamos presidentes?” el cual expone cómo la humorística construcción de la realidad del humor venezolano millenial consta de un trato pueril y tangencial.
Abstract
The 3.0 network provides an ideal opportunity for research on the expression of the world of everyday life both for its inherent interconnectedness and for its contemporary forum form. The popularization of the podcast emerges as a representative manifestation of the constant production of civil society as well as a legitimate epistemological source for many Internet users. The following article proposes a critical reading of the podcast El cuartico with a view to understanding the complex relationship between humor and political information. It begins with an introductory reading on productive expansion in contemporary communication. The complex relationship between humor and politics and how the former has enjoyed a license to satirize the latter is briefly explored below. Finally, due to its practical nature, episode number 32 entitled “Do we need presidents?” which exposes how the humorous construction of the reality of millennial venezuelan humor consists of a puerile and tangential treatment.
Introducción
A partir de la expansión tecnológica, la sociedad no especializada ha conseguido múltiples formas inmediatas de influir en su autocomprensión. La indetenible producción informativa plantea diversos retos tanto para el periodismo, como para las ciencias sociales, entre los que se encuentran la posibilidad de una tematización efectiva (Habermas, 1998) a través de medios no convencionales como el humor. A tenor de las circunstancias, es posible plantear dos hipótesis tentativas fundamentadas en una compleja relación. ¿Es el humor una herramienta informativa efectiva? ¿O es la información un telos (entre otros) para su realización? Tales son las interrogantes que dirigen la siguiente indagación.
El objetivo del siguiente artículo es explorar la posibilidad del humor del podcast El cuartico como tematización efectiva de una dimensión de la realidad (en este caso política) y se encuentra dividido en tres partes consecutivas. La Red 3.0 y la opinión pública plantea una lectura introductoria a la expansión productiva en la comunicación contemporánea. Se inicia resaltando la importancia del paso de la noción de consumidores a prosumidores como herramienta comprensiva. A continuación, se examina la importancia de la verificación de la información en el periodismo actual de cara a la perpetua producción de comentarios y explicaciones en torno a la realidad por parte de la sociedad no especializada. Finalmente, se enlaza la producción contemporánea humorística norteamericana con la posibilidad de una tematización efectiva de la realidad a través de la idea de la opinión pública.
Humor y la formación política explora sucintamente la compleja relación entre el humor y la política, y cómo el primero ha gozado de una licencia para la satirización de esta última. Se parte de su presencia histórica a través de la caricatura en la prensa impresa y su comprensión como medio pedagógico menor de las circunstancias políticas nacionales. Posteriormente, se conecta esta a la animación que posibilita la televisión, haciendo énfasis en la segmentación horaria del contenido y la producción especializada. Finalmente, se plantea la posibilidad de cómo ciertas pronunciaciones humorísticas nacionales, inspiradas abiertamente en el formato norteamericano, pueden influir en la construcción de la realidad.
Síntesis nutritiva y pasteurizada constituye la parte aplicada de la investigación. Con el objetivo de indagar sus posibilidades como tematización política efectiva, se describe y analiza el episodio 32 de El cuartico titulado “¿Necesitamos Presidentes?” El cual expone cómo la humorística construcción de la realidad del humor venezolano millenial consta de un trato pueril y tangencial.
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La red 3.0 y la opinión pública
La constante transformación de la red, más allá de sus avatares estrictamente tecnológicos, demuestra magníficamente la necesidad de actualizar las narrativas e interpretaciones provenientes de las ciencias sociales. En el siglo pasado quedó la noción de la audiencia exclusivamente pasiva a la espera de un contenido producido por especialistas o por una “clase dominante” específica interesada en el control ideológico global. Sin querer menospreciar la importante reflexión Frankfurtiana de Horkheimer y Adorno (1998) en torno a la industria cultural, consideramos que no sería injusto afirmar cómo la misma solicita ciertas precisiones conforme con un presente mucho más interconectado. No solo asistimos a una “expansión” de las audiencias producto de la popularización de la tecnología móvil, vivimos en una era muy particular en la que redactores, músicos, bailarines, videografos y publicistas, entre otros, se alejan de sus especializaciones profesionales para empezar a concebirse a sí mismos dentro del rótulo genérico de “productor de contenido”. Desde esta posición, el prosumidor ejerce una influencia significativa en la creación de una cosmovisión, la cual formula de igual manera los asuntos sociológicamente relevantes de la dispersión y la libertad de expresión.
La dispersión tiene que ver con la concepción posmoderna que sostiene el quiebre de lo unívoco o la caída de los “grandes relatos” fundacionales para usar la acertada locución Lyotardiana. Mientras para algunos la red 3.0 desgaja la verdad y la certeza creando una existencia contingente e insegura, para otros supone una oportunidad brillante para la deliberación y la estimulación del pensamiento crítico lo cual, indudablemente, implica una tarea un tanto más complicada. La interconexión contemporánea expone también problemáticamente la cuestión de la legitimidad. La indetenible producción de “contenido” estimula al ejercitamiento del discernimiento de cara a la información presente en la arena pública. La red 3.0 nos presenta la tensión entre lo anónimo y la tranquilidad de conocer la “fuente”. Dicho de otra manera: sujeto y objeto se enfrentan constantemente en los confines virtuales. La libertad de expresión posible allí es para ciertos gobiernos tiránicos, tal como el bolivariano, un problema en cuanto a su autopreservación. A falta del poder censurable “legal” que detenta en otros espacios públicos (tal como la regulación del espectro radioeléctrico a través de Conatel), el gobierno bolivariano se vale de la “incitación al odio” o la “publicación de información estratégica” (el caso de Pedro Jaimes es emblemático al respecto) como razón válida para la detención y tortura de ciudadanos que cuestionen la gran metanarrativa bolivariana.
Si bien la dualidad comunicación e información aún representa un debate pertinente, la red 3.0 incorpora la verificación como una variable inevitable dentro de la constitución ontológica y epistemológica de las sociedades actuales. De acuerdo con lo comentado es posible formular la presente situación de la siguiente forma: ¿quién asegura la veracidad del contenido? En relación al periodismo, este ejerce actualmente una doble función. Mientras teóricamente contribuye a informar responsablemente, verifica la información existente o en boca de la opinión pública en las redes sociales. La exposición de bulos (fake news), pasa a formar parte de su oferta, una suerte de curaduría de la producción de contenido de la sociedad civil no especializada. En cuanto a la experiencia venezolana, Armando.info surge como un caso paradigmático de la importancia del periodismo investigativo venezolano.
De acuerdo a su página web (https://armando.info/quienes-somos/)
Armando.info es una comunidad de periodistas nacida en Venezuela al calor de la crisis y la censura de sus medios. Tiene como objetivo brindar una plataforma independiente, que respalde y acompañe a periodistas venezolanos y latinoamericanos en la reportería de historias trasnacionales, bien narradas y de profundidad, que no tienen cabida en otros sitios. (“Quienes somos”, párr. 1)
El medio digital se enfoca en la producción de información especializada (publicando a medianoche sus emisiones), opuesto al comentario constante en torno a las trivialidades y vaivenes del presente que define a muchos de sus pares digitales. Otra particularidad crucial se encuentra en su relación con la publicidad. Armando.info no depende absolutamente de la misma, lo cual le permite una línea editorial autónoma.
La plataforma es referencia en Venezuela en investigaciones periodísticas sobre temas de lavado de dinero, derechos humanos y temas ambientales, a través de historias bien narradas que cuentan con el acompañamiento y la mentoría de profesionales y redes de periodistas globales. Algunos ejemplos de colaboraciones internacionales son los Panama Papers y los Wikileaks. (“Quienes somos”, párr. 2)
La independencia publicitaria es decisiva porque le permite deslindarse de intereses económicos y políticos que en algunos casos influyen en la perpetuación de líneas editoriales apologéticas y acríticas. El medio incluso ha publicado un informe de transparencia donde exponen sus fuentes de financiamiento y redes de colaboración periodísticas internacionales.
La red 3.0 proporciona una oportunidad ideal para la investigación en torno a la expresión del mundo de la vida cotidiana, tanto por su interconexión inherente, como por su forma de foro contemporáneo. El espacio posibilita desde el comentario y el seguimiento (los followers) hasta la explicación condensada producida por la sociedad civil no especializada. Twitter es emblemático en referencia a lo primero. Su actual versión vivifica espléndidamente una forma de expresión del meme (el comentario sobre una imagen, en este caso la imagen es el tweet citado) y en este sentido crea un área ambigua de intercambio de información que toca el comentario, la masificación, la ilustración, la humillación y la cuestión delicada de la aprobación (endorsement). Un tweet es una sentencia sintética que explicita el carácter intertextual de las sociedades contemporáneas. Su cualidad pública es muy interesante, y fue reafirmada durante la querella Trump vs. Twitter en torno a los bloqueos que el personaje ejercía a personalidades que lo incomodaban en la red durante su mandato presidencial.
En relación a la explicación condensada, la popularización del podcast surge como una manifestación representativa de la producción constante de la sociedad civil y como fuente epistemológica legítima de muchos internautas. Es posible concebirlo como una reanimación del blog, herramienta de difusión de información originaria de la red 1.0. El podcast revela una explicación de “tú a tú” que puede ser tanto de carácter alternativo, de resumen, comentario, teoría de conspiración o de voluntad “educativa”, entre otras. Consideramos la propagación una cuestión pertinente porque a partir de la legitimidad que aportan los views y la seguridad financiera de la monetización estamos frente al nacimiento de profesiones particulares del siglo XXI, los youtubers y twitchers: CEO de canales digitales, quienes a veces, inclusive sin querer, cuestionan los modos tradicionales de los medios de comunicación empresariales. Tal es el caso de cómo la primicia en torno al cambio de equipo del futbolista argentino Lionel Messi (del Barcelona al Paris Saint Germain), un acontecimiento típicamente revelado por medios de comunicación tradicionales, fue emitido por el twitcher Ibaí Llanos, causando sorpresa e indignación para algunos en cuanto al estado actual del periodismo deportivo español.
Todas estas circunstancias apuntan a la formulación de varios asuntos sociológicamente relevantes. ¿Estamos asistiendo a una redefinición de la opinión pública? Y, lo público en sí, ¿es más público gracias a la red 3.0? En cuanto a la opinión pública, es posible vincularla al contexto nacional para comprender un poco más su extensión y efectividad. Aunque cumpla la importante misión habermasiana (1998) en referencia a la tematización efectiva de los intereses de la sociedad civil, esta no es generalizable, ya que la penetración del Internet en el país está aún lejos de ser total. Si bien lo público no necesariamente es lo mayoritario, vale la pena la diferenciación para entender que la discusión se orienta a las manifestaciones cualitativas posibles y no a la certeza cuantitativa, sin querer desmerecer tal posición investigativa. Desde esta perspectiva, navegamos entre un sin fin de opiniones públicas, y algunas de ellas desean constituir lo definitivo en referencia al objeto de discusión particular.
Sobre lo público en sí, es posible notar una dimensión más amplia cuando se opone a la noción tradicional de privacidad. Estados otrora íntimos son compartidos diariamente, siendo el ¿qué estás pensando? de Facebook una interpelación indudablemente efectiva. Lo que era tradicionalmente reservado para pocos es actualmente lanzado al ciberespacio, creando un particular nosotros mediante un proceso terapéutico en el sentido que Berger y Luckmann (2001) proponen en La construcción social de la realidad como la retracción a la realidad común. Tal es la amplitud profunda de lo público en la red 3.0. El conocimiento vertido posee la capacidad de crear un vínculo en el que autor y receptor pueden unirse inclusive sin que el primero lo sepa. La confluencia de ambos aspectos, tematizaciones y narraciones, permite divisar dos dimensiones actuales de la opinión pública que de alguna manera nos retraen al antiguo debate doxa y episteme. La falta de especialización de los contenidos producidos por la sociedad tiene una doble implicación. La primera en cuanto a la presentación (la discusión entre periodistas y youtubers previamente mencionada), la segunda en cuanto a la veracidad de lo dicho. El debate en torno a la verificación y la efectividad es una exteriorización de la modernidad tardía en el sentido que pretende que todo conocimiento e información sea susceptible a estrictas pruebas racionales.
Humor y la formación política
El humor, la sátira y la política han estado entrelazados en el país desde hace más de dos siglos. Desde su instauración, la prensa nacional ha incluído la caricatura como una forma de expresión valiosa en sí, más allá de la típica concepción de “material de apoyo” a las opiniones textuales. De acuerdo a Briceño (2005):
La caricatura es un arte en el que, por escasas reglas y medios muy elementales, se expresa la vida, las costumbres y el pensamiento de una época o de un pueblo. Su más alto valor reside en descubrir cualidades ocultas pero decisivas de una persona o situación, provocando la sonrisa o la franca carcajada, como también creando reacciones de reflexión y análisis (p. 179).
La misma goza de una licencia crítica en una presentación inmediata y aprehensible. La viñeta es sintética, una suerte de comentario en forma de sentencia. Para Manuel Pérez Vila, citado por Briceño (2005), la caricatura:
… es esencialmente una de las formas de la sátira, es decir, una manera de desenmascarar, criticar o atacar a una persona, una familia, un partido, una clase social, una institución, un gobierno, una situación, una nación, una etnia, destacando por lo común sus aspectos ridículos o negativos (p. 179).
Es importante destacar, ahora siguiendo a Borregales (2017), que la caricatura no se dedica a la política en el sentido de criticar únicamente a quienes practican el oficio ejecutivo y administrativo. “Es a todo el status quo imperante que se pretende satirizar, a la sociedad en pleno. Por ende, aunque los dibujantes muchas veces tomen partido de sus inclinaciones políticas, la esencia de su deber le exige trascenderlas” (p. 117). Desde tal perspectiva, la caricatura expresa, asimismo, relevancia sociológica, reflejando la sociedad de una manera imaginaria e inmediata.
La cualidad imaginaria de la caricatura la ha llevado a ser catalogada como un recurso menor en la formación del entendimiento. Según Briceño (2005), se asume como “… un recurso pedagógico para disponer al lector menor –niño o adolescente– a la futura comprensión de temas complejos” (p. 179). No obstante, consideramos con Urriola, citado por Guerrero y García (2009), que la confluencia imagen y texto involucra un importante proceso interpelativo:
En los discursos paradojales la tensión entre líneas encontradas provoca una tercera tensión que cobra su sentido fuera del texto. Es decir, del cruce de ilustraciones con palabras (donde cada discurso complementa, contradice, contrasta o añade sentidos a lo que dice el otro) se desprende un nuevo significado que ocurre fuera de la obra –utilizando una metáfora cinematográfica–, ocurre fuera de campo. Tiene lugar en la cabeza del lector (p. 16).
La vinculación de la caricatura con lo infantil toma cuerpo con los avances tecnológicos y la aparición de la televisión como el rey indiscutible del living room. En sus inicios, esta incluso poseía la capacidad de influir en una comprensión cotidiana del horario, a partir del tiempo de consumo diferenciado entre adultos, adolescentes y niños. La franja infantil se encontraba compuesta casi exclusivamente por caricaturas animadas, las cuales distaban del contenido satírico y político propio de las expresiones en papel previamente mencionadas.
De la misma manera en que el humor empezaba a orientarse a los niños, tomando la franja matutina, a finales de la década de los 40 del siglo pasado surge en la televisión norteamericana un formato particular titulado Late night talk show, un espacio caracterizado por monólogos humorísticos, comentarios sobre la cotidianidad, entrevistas a invitados, sketches y presentaciones musicales. El anfitrión intenta tejer una relación íntima con su audiencia valiéndose de su personalidad (su trademark) y del humor como una importante herramienta retórica y persuasiva. Mientras existieron expresiones tradicionales un poco más sombrías, “The late show with David Letterman”, otras como “The tonight show starring Jimmy Fallon” se fundamentan exclusivamente en la provocación de la risa. Los comentarios se extienden desde la trivialidad hasta lo político, logrando tematizar, pedagógicamente para algunos, tal como sostenía Briceño (2005) anteriormente, asuntos complejos como la guerra en Afganistán o la importancia de la democracia y el gobierno municipal.
Con el paso del tiempo, la televisión crea canales con funciones específicas (educativas, históricas, infantiles, cinematográficas, entre otras) y las franjas horarias prime, para algunos pierden un poco su poder persuasivo hegemónico. La especialización del contenido en canales a finales de los 90 conllevó a la creación de Cartoon Network, un canal representativo en referencia al humor, la caricatura y la posible tematización de la cotidianidad. La diferenciación de las audiencias, (por el día, caricaturas “para niños”, por la noche, “contenido para adultos”), implicó la presentación de una producción propia como un canal separado (Adult swim). La programación nocturna desplegaba el humor más allá del contenido diario e incluía caricaturas enfocadas a problemáticas más complejas, tales como las tratadas en el anime. Paralelo a tales avatares y especializaciones, la televisión era concebida popularmente como una ventana que expone a la audiencia a una diversidad de contenidos. La exhibición incide en la comprensión de la audiencia o la sociedad espectacular siguiendo la expresión Debordiana (2009), la cual, desde una posición francamente crítica, entiende al consumidor como un ente penetrable y distraído.
A pesar de la especialización de contenidos, la trivialidad ha sido un asunto históricamente despreciado por la mentalidad académica. Una buena ilustración de la reticencia puede leerse en la recepción de Apocalípticos e integrados (1995) de Umberto Eco publicado en 1965. La televisión, ocupando el centro de la sospecha en torno al “embrutecimiento” de la sociedad, pretende atajar la crítica y se vale del humor para ejercer una suerte de acto pedagógico razonablemente fundamentado. Retomando el formato de los Late night shows, el trabajo de John Oliver en “Last week tonight with John Oliver” se torna crucial para la discusión, por no decir arquetípico para el argumento. El inglés, formado en el stand up comedy, presenta un periodismo investigativo que ha logrado influir en el seguimiento de ciertas políticas públicas y cuestiones legislativas que pasan “bajo radar” en Norteamérica. De acuerdo a Luckerson (2015), es posible hablar incluso de un John Oliver effect, para acuñar el impacto de las investigaciones del comediante en torno a complejos asuntos gubernamentales. Se puede comprender también el trabajo de Oliver a partir de la irreflexividad característica de la cotidianidad, tal como ha sido expuesta por Schutz (2003) y ampliada por Berger y Luckmann (2001). La investigación se centra en la cotidianidad, el comediante tematiza en “clave humorística” asuntos típicos de la cultura norteamericana contemporánea, pronunciando política y sociedad con una facilidad que muchos especialistas y académicos envidian.
Otra conjunción valiosa entre el humor y la pronunciación del presente se encuentra en el trabajo de Trevor Noah en “The daily show with Trevor Noah y Seth Meyers” en “Late night with Seth Meyers”, quienes producen una suerte de adaptación de un show de noticias tradicional tal como el popularizado por “Weekend update de saturday night live”. Los comediantes se presentan como anclas de un canal de televisión comentando asuntos propios de la cultura norteamericana. Con una intención abiertamente más política, “Real time with Bill Maher” presenta una lectura crítica del acontecer norteamericano, que se distingue de sus predecesores por presentar un panel de invitados especialistas en la temática por episodio. Mientras Noah y Meyers asumen una posición monológica, Maher dedica un segmento de su show a una posición dialógica aderezada humorísticamente. Todos los comediantes previamente nombrados provienen de la cultura del stand up comedy, que puede definirse por su naturaleza de comentario en torno a la cotidianidad. Quizás la función informativa que asumen es una consecuencia de la práctica humorística y sin ella no influyen en la formación de la opinión pública.
En relación a la experiencia venezolana tanto el stand up comedy como los noticieros satíricos consiguieron un ambiente propicio en la televisión y cultura nacional previo a la “revolución” bolivariana. Es posible trazar un paisaje tentativo del humor local a través de la dicotomía inteligente-niche. Antes de abordar expresiones representativas, es necesario recordar que tal como advirtió Carlos Rangel (1982) la figura del “intelectual” en Venezuela es bastante amplia, su oratoria, pensamiento y escritura carece del elemento verificativo que distingue la producción académica. En cuanto a la segunda tipificación, niche indicará a lo chabacano y “de mal gusto” aunque aparezca como un razonamiento muy ingenioso. Dentro del stand up comedy se puede decir que mientras Er conde del Guácharo representa la segunda, Laureano Marquez identifica la primera. El trabajo de Emilio Lovera es igualmente significativo para la discusión. La isla presidencial (2010) marca un hito dentro de la crítica política y el humor al lograr trascender las fronteras e incluso llamar la atención de los presidentes allí caracterizados. No es injusto afirmar que la comedia nacional se encuentra fuertemente influenciada por la cultura norteamericana y que ha sido coherente con las tendencias a lo largo de su existencia. En este sentido, El chiguire bipolar y una de sus contrapartes, El cuartico, expresan dos formatos previamente aludidos, newsstand y news show. ¿Sus pronunciamientos humorísticos son capaces de incidir en la construcción de la realidad?
Síntesis nutritiva y pasteurizada
De acuerdo a Patreon (plataforma de micromecenazgo popular entre los creadores de contenido), El cuartico es “… un podcast en el que los comediantes, guionistas y amigos, Chucho Roldán, Estefanía León y Daniel Enrique, conversan a profundidad de distintos temas manteniendo rigurosidad investigativa, sin dejar de lado el humor” (Patreon, 2021). Los tres comediantes:
… coincidieron en las oficinas de Plop Content en 2015. Roldán ya tenía cuatro años trabajando en la productora, León tenía dos y Pérez apenas comenzaba. Escribían para el medio satírico El Chigüire Bipolar, entre otros proyectos creativos de la agencia, pero será este el que los reunió nuevamente para trabajar en conjunto (Egaña, 2021).
En la actualidad los tres podrían ser catalogados como Youtubers, sin querer menospreciarlos de ninguna manera con el término. Roldán forma parte del proyecto Ampli, el cual según su sitio en Youtube “… es un canal de contenido informativo, entrevistas e investigación de temas relevantes para América Latina. Su fórmula mezcla periodismo explicativo y humor, con el fin de ampliar la comprensión y la difusión de historias complejas” (Ampli, 2021). Daniel Enrique Pérez participa en El abominable podcast junto a Sebastián Gutierrez y León hace lo mismo con Sofía Pereda en El fabuloso show de Sofía y Estefanía. Mientras los dos últimos están más centrados en las trivialidades y el fomento de la risa, el trabajo de Roldán parece expresar un interés más riguroso en referencia al tratamiento de la información. La experiencia de trabajar en El chigüire bipolar es clave en el desarrollo del podcast tal como menciona Roldán:
La experiencia en El Chigüire te enseña a tomar temas complejos y tratar de traducirlos en un chiste corto en un titular. Y esa misma experiencia la usamos en esto, también en otros proyectos en los que hemos trabajado en Plop. Nos ha tocado explicar temas complejos de forma más sencilla y eso luego lo aplicamos al podcast. (Egaña, 2021)
Los comediantes se proponen traducir lo complejo en algo simple y digerible mediante el humor como herramienta comprensiva. De igual forma, es necesario recalcar el poder sintético del humor, el cual combina armoniosamente con el formato titular propio del periodismo. La vinculación permite la promoción de El cuartico como una explicación sobre una temática contemporánea, resultado de una investigación rigurosa a nivel periodístico. La supuesta rigurosidad en oposición a la opinión influye en su diferenciación con otros podcasts humorísticos. “Es explicativo, pero no es una clase, ni un noticiero: son tres comediantes que luego de haber digerido un tema conversan sobre él, tratando de no opinar” (Egaña, 2021).
El cuartico muestra expresiones particulares de la realidad venezolana sociológicamente relevantes. Para efectos del presente artículo, se explora una pronunciación de corte político presentada en el episodio número 32 titulado “¿Necesitamos presidentes?”.
Siguiendo la tradición de los Late night shows, el episodio en cuestión abre con un sketch inspirado en la típica situación de conmoción nacional expuesta hasta el cansancio por el cine hollywoodense del siglo XX. El presidente (protagonizado por Daniel Enrique Pérez) arriba a una carpa militar de briefing donde es abordado por un cadete (Estefanía León) y un científico (Jesús Roldán) quienes esperan su última palabra para resolver la peligrosa circunstancia. La conmoción es creada por Chigüiro, un chigüire enorme que representa una traducción criolla de Godzilla o King Kong. El presidente les hace saber que él no “se metió a presidente para esto” (El cuartico, 2021) y su decisión pasa por “echarle misiles” (El cuartico, 2021), lo cual, de acuerdo a Roldán y León, ya intentaron sin éxito alguno. La solución, tal como el problema en sí, va más allá de las posibilidades humanas: aparece Sachota al rescate, una versión XXL de la también “creadora de contenidos” Sascha fitness.
Las actuaciones sin esfuerzo del sketch funcionan perfectamente como abrebocas para el contenido del episodio. Aunque Egaña (2021) sostiene el carácter “riguroso” de las investigaciones, los comediantes ofrecen a lo largo del episodio una suerte de roasting digno de un colegio de una zona acomodada en Caracas. Es posible considerar el humor del sketch como una imitación desanimada sin ningún interés en proponer algo original, una instrumentalización desganada de las producciones norteamericanas. En relación a la conversación y la explicación “sin tratar de opinar”, el episodio demuestra todo lo contrario. En términos generales El cuartico es un programa de radio donde tres venezolanos opinan casi sin ningún tipo de control editorial. Una buena muestra de ello ocurre en la introducción a la temática en la que Daniel Enrique Pérez cuenta que su hermana le preguntó si Jesús Roldán “era un personaje, o era así de mamagüevo” (El cuartico, 2021).
Una consideración valiosa que define cómo el episodio tiende más al humor que a la explicación, ocurre en su inicio, cuando Roldán afirma que, como hay muchas variaciones de los sistemas presidencialistas y parlamentarios, “… no podemos hablar de esto porque si no sería un artículo de Wikipedia infinito” (El cuartico, 2021). La afirmación es secundada por Pérez quien sostiene que “… hay que decirlo de una vez, no vamos a tener una gran respuesta” (El cuartico, 2021), porque desde que empezó la civilización se está tratando de buscar el mejor sistema para vivir en convivencia. De cara a la claudicación, León agrega que “… si no hay respuesta, ni modo, se viene la comedia” (El cuartico, 2021). La explicación perseguida es abiertamente superficial, o como dice Roldán, “la primera capita del rollo” (El cuartico, 2021), y, en este sentido, no sería injusto sostener que el show está más cercano a la doxa que a la episteme, proponiendo un sincero realismo ingenuo. Una constante manifestación de la superficialidad la expresa León, quien a lo largo del episodio agrega a la conversación información que es posteriormente corregida por Roldán. De acuerdo a León, una función presidencial es “… crear y supervisar las leyes de un país” (El cuartico, 2021), asunto que, en el caso venezolano, queda en la Asamblea Nacional de acuerdo a la Constitución vigente. En otro momento afirma que “… en Venezuela el parlamentarismo falló” (El cuartico, 2021) demostrando no solo su falta de preparación en el episodio, sino su indudable desconexión de la realidad venezolana.
Al preguntarse por los rasgos de personalidad que debe poseer un presidente, León habla de un “… experimento a 680 personas con aspiraciones políticas” (El cuartico, 2021) sin citar la fuente. Vale la pena acotar que Roldán y Pérez se burlan de ella antes de ofrecer los rasgos alegando que seguramente el estudio proviene de Cosmopolitan, lo cual León no desmiente mientras ríe nerviosamente. Los resultados sostienen que las personas con aspiraciones políticas deben ser “… extrovertidas y con apertura a nuevas experiencias” (El cuartico, 2021). León continúa alegando que, de acuerdo a ese estudio, las personas a quienes les va bien en la política poseen las “… tres características de la tríada oscura” (El cuartico, 2021) lo cual suena muy a “Mortífago” y ello desencadena otro roasting a Roldán porque al señalar que la referencia proviene de Harry Potter finalmente “… entendió una referencia pop” (El cuartico, 2021). La tríada oscura es un concepto psicológico acuñado en el 2002 por Delroy Paulhus y Kevin Williams, quien declara que el narcisismo, la psicopatía y el maquiavelismo son los tres ingredientes que definen el mal carácter (Wolfsberger, 2015). La conclusión que extraen los comediantes es que el presidente “… debe ser un chin lacra” (El cuartico, 2021). La relación de tales características a lo “presidenciable” exhibe otra comprensión de la opinión pública fundamentada en encuestas y aplicaciones estadísticas.
La puerilidad del trato a la temática alcanza otro nivel cuando León sostiene que Max Weber “… escribió hace cien años que no es un error, que una característica que terminan desarrollando las personas en grandes cargos de poder es que se vuelven locos” (El cuartico, 2021). Tampoco cita la obra de la cual extrae tal pensamiento aunque enfatiza que “… literalmente está(oy) usando sus palabras” (El cuartico, 2021). La discusión que se desprende de tal afirmación indica que mucha responsabilidad y falta de preparación inevitablemente producen el trastorno. Pérez incorpora a la conversación una lista de ventajas y desventajas del parlamentarismo acentuando su “lentitud”, producto de su cualidad dialógica, en comparación al presidencialismo y su acción inmediata. No ofrece la autoría de la fuente aunque más adelante en relación a lo presidenciable menciona una investigación de William P. Marshall titulada Once razones por las cuales el poder presidencial se expande (El cuartico, 2021). En cuanto a la guerra, los tres comediantes apoyan el presidencialismo porque, tal como indica Pérez, el presidente “… está claro y tiene que ejecutar lo que es” (El cuartico, 2021). La unanimidad es interesante porque demuestra nuevamente una contradictoria disociación con la realidad política venezolana. Precisamente, el argumento de la guerra perenne es el sostenido por la “revolución bolivariana” de Chávez a Maduro. La “claridad” aludida es, igualmente, una cualidad del caudillismo típico suramericano.
De alguna forma, los recursos intelectuales usados por los comediantes pasan más por una excusa para monetizar una conversación tanto superficial como aburrida. Retomando el roasting como cualidad constituyente del show, le dedican cinco minutos a quejarse del café que hizo Chucho, el cual según León y Pérez “… es un café asqueroso” (El cuartico, 2021). No es hasta casi la mitad del episodio que los comediantes definen con sus propias palabras las dos dimensiones de la temática en cuestión. Nuevamente, y en oposición a Egaña (2021) no ocultan sus opiniones. Roldán menciona “… que se inclina al parlamentarismo” (El cuartico, 2021) y que “… su corazón se alejó del presidencialismo” (El cuartico, 2021), Pérez que “… están sesgados a odiar al presidencialismo” (El cuartico, 2021). Una sentencia inquietante, tomando en consideración ambas opiniones, la establece Roldán cuando afirma que “… está a favor de un sistema donde uno no sabe mucho quién está mandando” (El cuartico, 2021). Pareciera que la democracia se resuelve en lo estrictamente procedimental y no en el ejercicio ciudadano de control y demandas a la clase gobernante, como sostiene posteriormente el especialista invitado (Mario Santiago, Doctor en Historia moderna y contemporánea). Resulta llamativo que el especialista citado para hablar de las ventajas y desventajas de ambos sistemas sea un historiador y no un politólogo. Fiel a su especialización, este sostiene que no es lo mismo la experiencia europea a la americana, partiendo de los procesos de colonización. Después de liberarse de las potencias europeas, las colonias quedan en un “¿y ahora qué?” (El cuartico, 2021), el cual lleva a muchas naciones a copiar los procesos teóricos europeos sin reflexionar sobre la propia americanidad. El historiador menciona que “… el presidencialismo en sí no es malo” (El cuartico, 2021), tratando de matizar la dicotomía expuesta por los comediantes. Agrega además, y quizás por ello fue elegido como el especialista, que la propia historia convulsionada de América fundamenta el presidencialismo y la inmediatez en relación a la solución de problemas bélicos (El cuartico, 2021).
Consideraciones finales: emulación sin esfuerzo
El cuartico es una buena expresión de la noción del prosumidor, información creada por la sociedad no especializada, entendiendo la preparación en relación al dominio de la temática y no en estricta vinculación a su técnica expositiva. “¿Necesitamos presidentes?” muestra la conversación de los comediantes por cuarenta y cinco minutos, dedicando los últimos quince minutos a la entrevista a un entendido, en la que agregan poco o nada a sus comentarios. Si bien son honestos al inicio del episodio, la formulación de la temática es dispersa y en este sentido francamente inconcluyente. La cuestión es pertinente, pero su trato y desarrollo hartamente superficial.
Existe un interés explicativo que toma la forma constante de sentencias tales como “… un buen presidente se ha dado un beso de tres” (El cuartico, 2021). El uso del recurso es cónsono a la posición de Bergson (1914) en torno al humor de los moralistas que se disfrazan de científicos. Aunque no proponen una redefinición de la opinión pública, la conversación tematiza someramente, exhibiendo ciertas manifestaciones cualitativas de la venezolanidad y la migración. En “¿Necesitamos presidentes?” hay una confluencia de tonalidades que pretenden emular voces connacionales tales como la del viral bulda e’ pasao’. El uso metafórico indica, a su vez, el interés por una audiencia venezolana a pesar de que los comediantes se encuentran radicados en México.
En referencia al humor del episodio, se puede definir como satírico y a la vez trivial. La conversación de los comediantes propone un intercambio de remarks tales como la alusión al actor Adolfo Cubas por parte de León al hablar sobre la concentración de poder “en una única persona” en Alemania. No sería injusto afirmar que el humor predomina sobre la información y, desde tal perspectiva, el episodio demuestra una caricaturización, comprendiendo esta última como un recurso pedagógico menor. Dicho de otra manera, la dicotomía es el telos para la diversión. El contenido es de alguna forma atemporal, no versa sobre la actualidad ni se presenta como una narración sobre la actualidad, lo que los diferencia de los Late night shows.
Por último, los amigos ni conversan profundamente, ni mantienen rigurosidad investigativa sobre la temática abordada en el episodio “¿Necesitamos presidentes?”. En relación a las interrogantes formuladas al inicio, la cuestión funciona como telón para el desarrollo humorístico y monetización de los participantes. La construcción humorística de la realidad de El cuartico es una edificación endeble, si bien no trata sobre trivialidades, el tratamiento lo es, ofreciendo frívolas opiniones políticas.
Referencias
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Erly J. Ruiz
Sociólogo (FACES-UCV 2008). Mg. Sc. Filosofía de las Ciencias Humanas (FHE-UCV 2020). Profesor en el Dpto. de Teoría Social de la Escuela de Sociología en la Universidad Central de Venezuela.