El presente estudio es una mirada sociológica partiendo de datos cuantitativos y cualitativos de acuerdo a la observación participante del autor, sociólogo, sobre la situación actual de los medios en Venezuela, la transición del consumo de medios tradicionales a medios digitales y los rasgos de ese consumo actualmente en el país.
Abstract
This study is a sociological look based on quantitative and qualitative data, according to the participant observation of the author, sociologist, on the current situation of the media in Venezuela, the transition from traditional media consumption to digital media and the features of this consumption in the country today.
INTRODUCCIÓN
Desde el comienzo del chavismo (hace veinticinco años), la libertad de expresión en Venezuela nunca ha dejado de ser un tema tenso en la opinión pública nacional. Ya Hugo Chávez como candidato presidencial se caracterizó por frecuentes choques e intercambios de palabras con los medios de comunicación locales e internacionales y sus primeros años de gobierno continuaron ese patrón de conflictos y ataques. Los acontecimientos del 11 de abril del año 2002 dejaron claro al gobierno el poder de los medios para crear poderosas narrativas políticas en el imaginario venezolano para movilizar su acción y desde entonces el Estado implementó una política de extensión de su poder en lo comunicacional. Al mismo tiempo, empezaron a surgir desde el gobierno políticas y legislaciones para controlar los alcances de la comunicación privada, especialmente en torno al tema político.
Lo que hace posible que gobierne un totalitario o cualquier otra dictadura es que la gente no está informada; ¿cómo puedes tener una opinión si no estás informado?
Hannah Arendt, 1974. The life of the mind
De incrementar el radio de alcance del discurso oficialista en los medios para promocionar su programa político, se pasó a algo más complejo. El lunes 8 de enero de 2007, el entonces ministro de Información y Comunicación y presidente de Telesur, Andrés Izarra, afirmó que “El socialismo necesita una hegemonía comunicacional. La hegemonía en los medios es un instrumento necesario para la revolución”. Y agregó: “Sí, vamos a una hegemonía comunicacional. ¿Y qué?”. Desde la implantación de esa política pública, Venezuela transita su vida ciudadana en un marco de excesiva contaminación política y de profunda polarización social. Allí se inscribe la hegemonía comunicacional como una estrategia política que resulta de la necesidad de cambiar la mentalidad del pueblo para lograr su integración en un proyecto político revolucionario difundido desde el Estado.
Diecisiete años han pasado de esas declaraciones y podemos ver a simple vista unos rasgos generales de la política comunicacional del gobierno. Por un lado, los medios tradicionales, sean estatales y los cooptados por empresarios afines al gobierno (televisión, radio y prensa), se han convertido en vectores itinerantes de la causa política del gobierno “bolivariano” actualmente en el poder. Por otro, los medios que aún son “independientes” del sistema burocrático del gobierno y sus empresarios prebendarios, practican la autocensura por miedo a ser censurados y sancionados abiertamente por el gobierno (como ha sucedido a muchas televisoras, radios y periódicos en más de tres lustros) y crean de facto un blackout informativo de las noticias más importantes que necesita conocer la ciudadanía.
Por último, en vista de este vacío informativo, los venezolanos se tratan de mudar, no siempre con éxito, a las plataformas digitales para poder informarse de lo que pasa en su país. Una parte de las dificultades de esta mudanza reside en que solo alrededor del 60 % de los venezolanos tiene Internet estable, y muchas veces esa carencia la compensa con la retransmisión de noticias por mensajería celular que no siempre proviene de fuentes confiables. Por otra parte, el mayor proveedor de Internet del país, la empresa estatal Cantv, bloquea los portales digitales informativos que considera que atentan contra el relato comunicacional del gobierno. Y en el mundo de las redes sociales, entre las legislaciones que prohíben ciertas noticias por “incitación al odio” y el arresto de usuarios de estas redes que dan informaciones que el gobierno ve como inconvenientes, queda demostrado que la plataforma digital no puede satisfacer la inmensa necesidad de información que necesitan todos los venezolanos sin que se arriesgue la libertad e integridad personal de periodistas y usuarios.
Se añade que el formato de redes sociales no es suficiente para que el venezolano esté informado. Su formato se presta para la distribución informativa no profesional, la construcción de perfiles falsos de periodistas, la difusión de rumores y la elaboración de islas de desinformación que ayudan a reforzar determinados sesgos políticos a través de noticias falsas. En resumidas cuentas, el venezolano pasó de estar subinformado en materia de acontecimientos locales, a estar mayoritariamente desinformado de los mismos, navegando en las aguas de la red, con el peligro de estrellarse con los escollos de las Fake News de distintos orígenes y la censura gubernamental. En resumidas cuentas, la censura del poder son los Escila y Caribdis por los que navega el Odiseo venezolano para buscar información en el tormentoso espacio digital del país.
La intención del siguiente artículo es una mirada sociológica, tanto a través de elementos cuantitativos de mediciones como la de V-Dem u otras fuentes de datos, como cualitativos de acuerdo a la observación participante del autor, sociólogo, sobre la situación actual de los medios en Venezuela, la transición del consumo de medios tradicionales a medios digitales y los rasgos de ese consumo actualmente en el país. [Continúa leyendo…]
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