El presente artículo es una pequeña historia de vida de la profesora y antropóloga Evangelina García Prince. No solamente resalta quién era Evangelina, sino que se adentra en su labor como académica y además su intervención y participación, muy militantemente, en la realidad social y política del país. La profesora Evangelina García Prince es un figura relevante en el feminismo venezolano. Nos dice la articulista que “Uno de los aprendizajes más valiosos que nos dejó a las feministas que nos formamos con ella, fue la importancia de la solidaridad y la sororidad entre mujeres”.
Siempre supe de ella, como buenas adecas que fuimos. Una mujer imponente. Con un vozarrón envolvente. Imposible no advertirla, sentirla, notarla. Trabajamos cerca pero no juntas en los 80. Fue solo en 2015, recién empezando yo en estas lides feministas, que nos encontramos. Ella formaba parte de un panel que disertaba sobre participación política. Me impactó el desenfado con el que habló ese día, desmontando mitos, contrariando a quienes hablaron antes, con argumentos imbatibles, con la seguridad de quien se sabe sólida referencia en la materia. Enseguida supe que quería ser como ella.
Luego vino a una actividad en la sala de la empresa donde trabajo, invitada por otra gente. Se enteró allí que yo estaba ofreciendo un taller feminista a la organización Mujeres de Miranda. Enseguida se autoinvitó y me dijo: “Yo he trabajado mucho por el feminismo en este país para que cualquiera venga a decir lo que sea en su nombre. Voy a ir y te voy a supervisar”. Así, sin anestesia.
Fue precedida de su bastón. Tomó nota de cada palabra. Me observó sin abrir la boca durante cuatro horas y al finalizar mi trabajo me dijo en su estilo directo y sin tapujos “Manejas bien tu asunto… tienes algunos sesgos de género, pero eso se corrige con formación. Cuenta conmigo, hagamos cosas juntas”. Guao. Yo elevada al cielo de escuchar a tal figura hablar bien de mi taller.
Y así fue. Promovimos cursos sobre habilidades para el liderazgo, solidaridad femenina, políticas públicas en género. Hicimos presentaciones de libros, cine foros, tertulias. Fuimos hasta Maracaibo a trabajar con las mujeres de allá. Le dio la bendición a todas mis iniciativas y la tuve en dos eventos grandes como conferencista principal, siendo la sensación de la jornada. Aplausos de pie. Toda sensibilización, toda creadora de conciencia de género, toda generación de emociones.
“Párate desde la abundancia y págame como me merezco” me decía cuando preguntaba cuánto le iba a pagar por sus servicios. Porque lo cierto es que estaba decepcionada y frustrada por la forma como se infravaloraba su trabajo en nuestro país. Y con toda razón. Ella era invitada obligada a encuentros de altísimo nivel fuera de Venezuela. Pero acá, como dice el resabio popular, no era profeta en su tierra. Hacía tanta sombra a tanto supuesto experto, que la reacción natural era dejarla de lado.
Entre sus logros más destacados se encuentra la creación de programas de apoyo a mujeres en situación de vulnerabilidad y la promoción de leyes que garantizaran derechos fundamentales, protección contra la violencia basada en género e igualdad de oportunidades.
Evangelina rezumaba confianza en sí misma, seguridad, carácter. Todo en ella reflejaba poder. Esto no era del agrado de muchas y muchos. Recibió no pocas críticas por la forma de plantear sus ideas. Me hablaba de los celos profesionales. “Con Evangelina no se puede trabajar”, advertían algunos. Se desesperaba al constatar cómo la falta de formación en género que tenía mucha gente que se decía defensora de los derechos de las mujeres, les hacía llegar a conclusiones y políticas erráticas en la materia. [Continua leyendo…]
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